Bajo una apariencia calma y a veces flemática, Sigismondo es un ser nervioso, complejo y huidizo a primera vista. Es una persona fría e interiorizada, en la que domina lo cerebral: pensador o intelectual. Es muy curioso, tiene un espíritu crítico y tiende al escepticismo. Marginal, puede parecer inadaptado, raro, rígido, muy posesivo (tanto en el plano afectivo como en materia de finanzas, ya que la generosidad no es su fuerte), testarudo, a veces preso de ideas fijas (sobre todo si nació un 4, 7, 13, 16, 22 o 25). Si, por el contrario, su fecha de nacimiento es un 3, un 12, un 21 o un 30, demostrará más sociabilidad y calidez. La asociación de los números que componen este nombre es dual. Sigismondo puede vivir contradicciones entre sus aspiraciones profundas y lo que en realidad puede hacer. A menudo querrá precipitar los acontecimientos, pero deberá armarse de paciencia. Tras algunas indecisiones, una vez que haya encontrado su vía, se precipitará en ella con una determinación a prueba de todo. Mostrará una verdadera obstinación por el trabajo y no parará hasta que consiga sus objetivos, aunque tienda hacia la sistematización. Si quiere vivir su número maestro 22, no tendrá que tomar los caminos más fáciles sino, por el contrario, apuntar a los objetivos más ambiciosos, incluso grandiosos, ya que posee el potencial necesario. Si bien sus ambiciones a menudo son a su medida, lo acecha el riesgo de la megalomanía. Para realizarse, tendrá que desarrollar sus capacidades de comunicación, capacidades que, en el fondo de sí mismo, busca explotar. De niño, es muy nervioso, susceptible y se exaspera rápidamente. Los padres vigilarán que no permanezca encerrado en su dormitorio, inmerso en sus libros, y favorecerán su sociabilidad y su creatividad. Su salud es frágil y necesita practicar ejercicios físicos y relajarse, ya que es muy nervioso.