Dos números maestros nos ponen en presencia de una personalidad fuerte, profundamente humana y altruista. Semplicio y Adaucto poseen una gran sensibilidad acompañada de una notable intuición. Estas altas vibraciones los llevan a querer promover un mundo mejor y a ocuparse de los más desfavorecidos. Las contingencias materiales son, para ellos, bastante secundarias. Tienen un lado inspirado o ilustrado. Sin embargo, estas poderosas vibraciones no siempre se viven a un nivel tan elevado, en función de las dificultades que le son inherentes. Esto, entonces, puede traducirse simplemente por dulces ensoñaciones, hipersensibilidad, fragilidad emocional, dependencia, tendencia a dejarse sugestionar y cierto espíritu de sacrificio. A menudo su equilibrio es precario, ya que con frecuencia hay una gran tensión nerviosa en este temperamento apasionado. En la infancia, Semplicio y Adaucto son adorables y encantadores, siempre dispuestos a complacer, particularmente receptivos a la atmósfera familiar. Si surge un desequilibrio o un malentendido, se sienten perdidos, y dejan de dedicarse al presente, para replegarse completamente sobre sí mismos, en su mundo de fantasías. Sería conveniente favorecer su autonomía y su sentido de la responsabilidad, respetando siempre la despreocupación de su juventud.