Es un apasionado, que da impresión de potencia, fuerza, autoridad. Hombre de poder, Sauken está hecho para dirigir, mandar, orquestar. Más concreto y práctico que verdaderamente intelectual, se muestra emprendedor, activo, dinámico y combate por las causas o los principios que le interesan. A menudo satisfecho de sí mismo, valiente, posee mucha energía, y esto se traduce por cierta aspereza, impaciencia o irritabilidad. Por eso, a menudo le atraen los ejercicios físicos, excelente válvula de escape para este ser efervescente. Tiene una gran necesidad de autonomía: Sauken difícilmente se somete a la autoridad de los demás. Alérgico a cualquier forma de jerarquía, tiene un espíritu de contradicción evidente. Para él, “el valor no tiene nada que ver con la edad”, y el mérito no se reconoce por los años de antigüedad o por el grado, sino por el valor personal, que se mide a través de realizaciones concretas. Su lado directo y franco le acarrea algunas rivalidades o conflictos que, consciente o inconscientemente, busca. La esfera material es importante, y nunca pierde de vista la noción de rendimiento. Puede revelarse un excelente hombre de negocios o un buen gestor, ya que intuye por instinto lo que puede ser rentable. De niño, Sauken no es dócil, flexible, ni paciente. A veces sombrío y susceptible, se muestra colérico, rebelde y, si no se siente a la altura de la situación, saca las garras. Pero en el fondo, Sauken es tierno, sensible y muy emotivo. Por eso tiende a apasionarse. Habría que estimular el deporte en este temperamento exaltado.