Dos números maestros nos colocan frente a una personalidad fuerte, profundamente humana y altruista. Liz tiene una gran sensibilidad acompañada de una notable intuición. Estas altas vibraciones la llevan a querer promover un mundo mejor y a ocuparse de los más desfavorecidos. Las contingencias materiales no resultan, para ella, primordiales. Puede ser inspirada e ilustrada, tanto en el dominio del conocimiento como de la creación. Sin embargo, estas poderosas vibraciones no siempre se viven a un nivel tan elevado, en función de la tensión nerviosa y de las dificultades que le son inherentes. Esto entonces puede traducirse simplemente en gratas fantasías. Así, mezclará hipersensibilidad, fragilidad emocional, dependencia, tendencia a ser sugestionable y espíritu de sacrificio. Su equilibrio nervioso a menudo es precario, ya que con frecuencia este temperamento apasionado viene acompañado por una gran tensión nerviosa. En la infancia, Liz es afectuosa y encantadora, siempre dispuesta a complacer, particularmente receptiva a la atmósfera familiar. Si surge un desequilibrio o un malentendido, se siente perdida, y deja de implicarse en el presente, para replegarse completamente sobre sí misma. Convendría favorecer su autonomía y su sentido de la responsabilidad, sin dejar de respetar su despreocupación y su fragilidad.